El gesto de los compradores conforme el chef británico Jaime Oliver vertía amoníaco en un tazón de lo que él llama "baba rosa" lo dice todo: estaban horrorizados.
Al parecer, no tenían idea de que las hamburguesas que llevan comprando todos estos años contenían otros elementos además de cortes de carne de vaca de primera.
Pero he aquí un chef de cocina mostrándoles en televisión, en una edición de 2011 de su programa Jamie’s Food Revolution (La revolución alimentaria de Jamie), cómo las hamburguesas se aumentan con carne que en décadas anteriores se hubiera utilizado como comida para perros y que sólo se adapta para el consumo humano con el uso de elementos químicos.
Muchas cadenas de comida rápida han pedido a sus proveedores que no usen más la "baba rosa"
Tres de las cuatro fábricas estadounidenses que producen "restos de carne de vaca sin grasa" están a punto de cerrar debido a una clamorosa protesta de la ciudadanía. ¿Es el fin de la llamada "baba rosa" –como la tildan los críticos- o es posible relanzar el producto con un nombre nuevo?
La decisión de las cadenas de supermercados más importantes, restaurantes de comida rápida y algunas escuelas públicas en Estados Unidos de dejar de utilizar comida que contenga "Carne Magra Granulada Finamente" (nombre oficial de la "baba rosa") es una victoria para Oliver y otros activistas de internet que habían hecho campaña en contra de su uso.
El Departamento de Agricultura estadounidense ha permitido a las escuelas retirar de sus menús los productos que contienen "baba rosa" después de que la bloguera texana Bettina Elias Siegel reuniera más de 200.000 firmas a través de internet en nueve días.
La consecuente pérdida de 850 empleos en el sector del procesado de carne, en tiempos en los que Estados Unidos sufre una alta tasa de desempleo, ha irritado a muchos y ha convertido a Jamie Oliver en objeto de odio en algunos mensajes que circulan por la red.
Para la industria del procesado de carne, ha sido una dura lección sobre relaciones públicas y transparencia en la era de las redes sociales. Puede convertirse también en el primer ejemplo de un ingrediente alimenticio que se retira no por temores respecto a su seguridad, sino porque la gente ha decidido que suena repugnante.
Los jefes de la industria están furiosos por lo que consideran una campaña de desprestigio dirigida por los medios contra un producto que se ha utilizado en Estados Unidos desde comienzos de los años 90 y cumple con los requisitos de seguridad de las autoridades federales de alimentación.
La industria ha puesto en marcha un sitio de internet, beefisbeef.com (la carne de vaca es carne de vaca) para enfatizar esto, aunque Gary Martin, presidente de la empresa de consultoría especializada en marcas, Gary Martin Group, considera que no captan el punto central de la discordia.
"¿A quién le importa que sea 100% ternera y que no tenga bacterias, si es algo que se ve como repugnante?", se pregunta.
Asegura que fue causada, en parte, por la falta de un nombre de marca registrada para su producto principal.
"No se "nombraron" ellos mismos, así que otra persona lo hizo", explica.
Los restos de carne de vaca sin grasa nunca se han presentado en el mercado como un producto en sí, así que es dudoso que las empresas que los producen hubieran pensado que necesitaban registrarlos como una marca.
Aunque, añade Martin, si se hubieran adelantado a los acontecimientos, podían haber dado al producto un nombre agradable para los usuarios, como "Proleana".
Puede que no hubiera evitado el ataque mediático, pero podía haberles ayudado a gestionarlo mejor, aduce.
Como la mayor parte de los expertos, Martin cree que ahora es demasiado tarde para rebautizar el producto, dado que se vería como una estrategia de marketing, que no haría más que acrecentar el enfado de los consumidores.
"Baba rosa" es, en cualquier caso, un nombre de marca más poderoso que cualquier otro que se le pudiera ocurrir a la industria.
"Es una imagen poderosa. Intentar sustituir esa imagen con otra cosa sería complicado", sostiene EJ Schultz, escritor especializado en alimentación para la revista Advertising Age.
Los procesadores de carne llevan añadiendo sobras de carne de vaca a las hamburguesas y otros productos desde los años 70 para mantener los precios bajos, pero ahora tendrán que sacar un sustituto que "pueda resistir el escrutinio personal", señala Karpf.
"Tendrán que pensar en el producto en sí mismo antes de pensar en un nombre y en una campaña que, me atrevo a decir, el público pueda tragar".
Otros no están tan seguros. EJ Schultz cree que los alimentos que contienen estos restos de carne de vaca podrían convertirse, si están etiquetados de forma adecuada, en una alternativa de bajo costo para los amantes de la ternera con problemas de presupuesto.
La consultora en cuestiones de marcas, Denise Lee Yohn, considera que, para las empresas implicadas, puede ser cuestión de dejar pasar el momento del escándalo.
Las redes sociales son una poderosa herramienta de los grupos de defensa de los consumidores, pero la oleada de ira generada por ellas puede ser débil, opina.
"Si pueden esperar a que la moda pase, dentro de unos seis meses nadie se acordará de esto y pueden volver con el producto".
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