Los animales, en estado libre, tienen un ritmo de vida muy dinámico pues son depredadores o presas, buscan alimento, defienden su territorio, mantienen relaciones sociales con su grupo, etc. Sin embargo, en cautiverio, el estilo de vida se vuelve sedentario, porque sus necesidades primordiales son satisfechas por sus cuidadores, lo que mantiene a estos animales bajo un estrés constante que puede dar como resultado conductas anormales que repercuten en la salud y la reproducción.
Algunos de estos comportamientos anormales pueden ser: movimientos rítmicos repetitivos, ataques entre miembros de la manada, automutilación, demasiadas horas de sueño, pasividad, incremento de la agresividad y desórdenes alimenticios. La mayoría de estos problemas pueden eliminarse mediante un programa de enriquecimiento ambiental que aporta la estimulación física y mental necesaria para que el animal alcance el bienestar.
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