El ciclo biológico de este insecto comienza en verano, cuando las mariposas se aparean y depositan sus huevos en las agujas (hojas) de los pinos. Aproximadamente cuarenta días después nacen las orugas, que para no pasar el frío del invierno forman unas bolsas de seda fácilmente visibles en la copa de los árboles.
Cuando empieza a aumentar la temperatura ambiental (por encima de quince grados), es decir, final de invierno y principio de primavera, las orugas descienden de los árboles para finalizar su fase evolutiva.
El nombre de procesionarias tiene su origen en la forma tan curiosa de descender de los árboles: todas en fila, guiadas por una hembra que forma un hilo de seda.
La fase evolutiva la realizan debajo de la tierra formando un capullo del que en primavera saldrá una mariposa. Es en esta fase final cuando las orugas procesionan para su enterramiento, período epidemiológicamente más peligroso, pues se trata del único momento en el cual las orugas se encuentran en el suelo formando las hileras que llaman inevitablemente la atención de nuestros animales, principalmente del perro (más difícil que ocurra en el gato), que al entrar en contacto con estas orugas sufre el daño tan peligroso que tienen los pelos urticantes de estas orugas.
Es importante saber que no sólo las orugas pueden producir el daño directamente, sino también las bolsas nido que contienen cientos de pelos urticantes, o con pelos urticantes caídos en el suelo.
Estos pelos urticantes, que tiene forma de arpón, contienen una ampolla llena de dos tipos de toxinas llamadas taumatopenia, que es una haloproteína que ocasiona la liberación de histamina por desgranulación de los mastocitos, mediando así una potente reacción inflamatoria prolongada por la permanencia de los pelos que se quedan clavados a la zona gracias a su particular estructura.
Las localizaciones, el pronóstico y las secuelas de las lesiones están estrictamente relacionados con la parte del cuerpo afectada. A continuación explicaremos las formas más comunes.
La patología más común es la Glositis y Estomatitis, cuando se produce el contacto de los pelos urticantes con la lengua y la boca. Ocurre cuando los perros intentan ingerir la oruga. Puede llegar o producirse la pérdida total o parcial de la lengua, o pueden evolucionar a edema de glotis y asfixia del animal. También es muy frecuente la Queilitis, es decir, el contacto con los labios.
Otras patologías son la Lesión Ocular, que se produce por los urticantes libres movidos por el aire, llegando a producir úlcera corneal y blefaritis (inflamación párpados); la Rinitis, que es cuando nuestras mascotas olfatean pelos urticantes; y la Dérmica, más común en las personas. Las dos primeras son menos frecuentes.
Los síntomas más característicos son inflamación edematosa de labios, lengua y cabeza en general. El animal presenta babeo, dolor, excitación y vómitos en algunos casos.
Si nuestro animal tiene algunos de estos síntomas y hemos paseado por zonas de pinares visiten urgentemente a su veterinario, que les aplicará el tratamiento correcto.
Es fundamental no demorarse ni esperar al día siguiente, pues es importante que se actúe rápidamente, ya que así las secuelas serán mínimas. Si se encuentran lejos de su clínica, mientras llegan es importante limpiar las zonas de contacto de nuestro animal con agua tibia porque la temperatura inactiva las toxinas.
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