Se llama Kiyosu, el blanco de su piel no se debe a albinismo; se trata de una mutación, o lo que es lo mismo, «un precioso capricho de la naturaleza». Kiyosu nació en mayo de 1993. Llegó desde Japón en 1995, procedente de un zoo que, a su vez, lo recibió de un circo. Es totalmente blanco, casi sin rayas y con ojos azules; un majestuoso tigre que a veces se comporta como un enorme gato lleno de ternura. Su nombre corresponde a una ciudad japonesa con la que Jerez está hermanada. El alcalde de la misma, de hecho, visitó hace años el Zoobotánico y ese día el tigre fue bautizado con el nombre de Kiyosu.
Desde su llegada a Jerez se convirtió en uno de los animales más populares entre los visitantes del zoo, adaptándose muy bien a la vida en el mismo. Un ejemplo de ello ha sido la larga descendencia que ha dejado y que hoy viven en diferentes zoos de la geografía española. Y es que su carácter apasionado lo ha hecho reproducirse con cuantas hembras ha compartido la instalación.
Con 15 años sufrió una considerable insuficiencia renal, siendo tratado por especialistas que le realizaron un estudio a fondo, incluso con ecografía del riñón. Conocido el alcance de dicha enfermedad, se le puso un tratamiento, que le proporcionó durante años una gran calidad de vida. Desde entonces debe tomar una medicación a diario para tratar su problema de riñones. Pero la edad no perdona y comenzaron a aparecer lesiones en la piel de aspecto redondeado.
El pasado 12 de septiembre, el felino tuvo que ser intervenido quirúrgicamente, durante más de una hora, para extirparle un tumor de piel por parte del equipo formado por los veterinarios del parque, Luis Flores y Miguel Angel Quevedo, con la ayuda de Juan Cotilla, veterinario colaborador, y cuidadores del parque. Su recuperación fue buena, aunque tardó más tiempo de lo habitual en eliminar completamente la anestesia, debido a la insuficiencia renal.
«Por el momento, Kiyosu se recupera de la intervención en las instalaciones interiores. La evolución de la intervención es satisfactoria, pero el proceso de cicatrización es muy lento. Su avanzada edad, 18 años, unida a las lesiones que padece, nos hace ver cada día más cerca la posibilidad de que fallezca», aseguran fuentes del Zoo de Jerez.
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