Las ratas son los mamíferos más capaces de colonizar cualquier parte del mundo. Como especie se han convertido una amenaza para las islas Galápagos y su fauna, por lo que científicos de todo el mundo se han conjurado para acabar en la medida de lo posible con estos animales en el archipiélago. El objetivo es asegurar la supervivencia de especies endémicas como tortugas gigantes y lagartijas, que las ratas pueden llegar a poner en peligro. El proyecto, iniciado a principios del 2011 en la pequeña Isla Rábida, de 720 hectáreas y situada en el corazón del archipiélago, continúa ahora en la vecina Pinzón, de 1.800 hectáreas.
El Parque Nacional Galápagos (PNG), que protege el frágil ecosistema del archipiélago, lleva adelante el plan para eliminar a las ratas y otras especies introducidas, que representan la mayor amenaza para las islas. La Fundación Charles Darwin, la organización Island Conservation y la Universidad de Michigan (EEUU) trabajan junto al PNG en este proceso. Las ratas, sobre todo la denominada holandesa y el ratón casero, ocupan el tercer lugar en la lista de especies foráneas nocivas para el ecosistema de las Galápagos.
Para exterminar a los roedores se utilizan raticidas anticoagulantes, un veneno estudiado para evitar que afecte a las especies nativas como el gavilán de Galápagos, que en todo caso es capturado y aislado temporalmente mientras se realiza el proceso de desratización. El cebo, que es arrojado por un helicóptero que sostiene una campana dispensadora, parece una especie de galleta cilíndrica, de un centímetro cúbico, ligera y celeste, atractiva para las ratas, pero detestable para el resto. Para el PNG, eliminar de las islas a las ratas es extremadamente importante para la restauración del ecosistema de Galápagos, los cuales, pese a la presencia de especies introducidas, todavía conservan el 95% de su flora y fauna original.
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