Fuente: El Mundo
19/08/2011. La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa, a menudo mortal, que causa parálisis en los pacientes. Entre un 90% y un 95% de las veces, aparece espontáneamente, y ni siquiera se sabía si los mecanismos que la causan son los mismos en todos los casos. La ELA -o ALS por sus siglas en inglés- afecta a unas 350.000 personas en todo el mundo, tanto niños como adultos. Se estima que la mitad de los pacientes fallece durante los tres primeros años tras la aparición del mal.
Un veterano investigador en el estudio de la ELA, el neurólogo Teepu Siddique, acaba de publicar junto a su equipo de la Universidad de Northwestern (EEUU) lo que parece ser una respuesta definitiva a este dilema: existe una causa común subyacente en todas las formas de la enfermedad y se debe a un defecto en una proteína llamada ubicuitina 2, encargada de degradar y reciclar otras proteínas. El descubrimiento se ha publicado en la revista "Nature".
Al no funcionar adecuadamente el recambio de estas proteínas, se forman cúmulos de las mismas en el interior de las células. Dichas aglomeraciones, que los investigadores comparan a "madejas enredadas de lana", provocan la degeneración de las neuronas, característica de esta dolencia. Este efecto malicioso se ha observado tanto en pacientes con ELA espontáneo como en aquellos que sufren la forma hereditaria de la enfermedad, y también en personas con la variante que ataca al cerebro, llamada ELA-demencia.
El estudio arrancó con el análisis de los genes de una familia con 19 personas afectadas de esta enfermedad, también llamada mal de Lou Gehrig en recuerdo de un jugador de béisbol que la padeció (hoy en día, el caso más conocido es el del científico británico Stephen Hawking).Todos los individuos estudiados en esta familia presentaban una anomalía genética que había pasado inadvertida hasta el momento, concretamente una mutación en el gen que codifica la ubicuitina 2. Después se observó que pacientes ajenos a esta familia, y que no eran portadores de dicha mutación hereditaria, también sufrían este mal funcionamiento en el reciclaje de proteínas, por lo que presentaban idénticas madejas de las mismas en las células de su cerebro o su médula espinal. Es decir, los tratamientos del futuro podrían centrarse en reparar la degradación de proteínas, al ser este un defecto común a todas las formas de la enfermedad.
Un veterano investigador en el estudio de la ELA, el neurólogo Teepu Siddique, acaba de publicar junto a su equipo de la Universidad de Northwestern (EEUU) lo que parece ser una respuesta definitiva a este dilema: existe una causa común subyacente en todas las formas de la enfermedad y se debe a un defecto en una proteína llamada ubicuitina 2, encargada de degradar y reciclar otras proteínas. El descubrimiento se ha publicado en la revista "Nature".
Al no funcionar adecuadamente el recambio de estas proteínas, se forman cúmulos de las mismas en el interior de las células. Dichas aglomeraciones, que los investigadores comparan a "madejas enredadas de lana", provocan la degeneración de las neuronas, característica de esta dolencia. Este efecto malicioso se ha observado tanto en pacientes con ELA espontáneo como en aquellos que sufren la forma hereditaria de la enfermedad, y también en personas con la variante que ataca al cerebro, llamada ELA-demencia.
El estudio arrancó con el análisis de los genes de una familia con 19 personas afectadas de esta enfermedad, también llamada mal de Lou Gehrig en recuerdo de un jugador de béisbol que la padeció (hoy en día, el caso más conocido es el del científico británico Stephen Hawking).Todos los individuos estudiados en esta familia presentaban una anomalía genética que había pasado inadvertida hasta el momento, concretamente una mutación en el gen que codifica la ubicuitina 2. Después se observó que pacientes ajenos a esta familia, y que no eran portadores de dicha mutación hereditaria, también sufrían este mal funcionamiento en el reciclaje de proteínas, por lo que presentaban idénticas madejas de las mismas en las células de su cerebro o su médula espinal. Es decir, los tratamientos del futuro podrían centrarse en reparar la degradación de proteínas, al ser este un defecto común a todas las formas de la enfermedad.
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