A estas zoonosis que pueden transmitirnos mascotas comunes como perros, gatos, algunas especies de aves, roedores y lagomorfos (conejos, liebres…) hay que sumarles, además de los riesgos de alergias y mordeduras, los de transmisión aún desconocidos de especies no domesticas puestas de moda hace unos años, tales como reptiles, anfibios y algunas aves y mamíferos más exóticos.
Clamidiosis aviar
La clamidiosis aviar (CA) está causada por la bacteria Chlamidophila psittaci. Originalmente, la CA
que afecta a humanos y a todo tipo de aves se denominó psitacosis, pero con posterioridad se introdujo el término ornitosis para referirse a la enfermedad adquirida de aves salvajes o domésticas o que se presenta en ellas, mientras que el término psitacosis se reserva para la enfermedad adquirida de aves psitácidas o que se presenta en ellas. Estas enfermedades son similares cuando las contrae el hombre. Recientemente el género Chlamydia se ha dividido en dos géneros, Chlamydia y Chlamydophila. Todas las cepas aviares conocidas se encuentran ahora incluidas en la especie Chlamydophila psittaci. El término clamidiosis aún se emplea para designar las enfermedades producidas por especies de ambos géneros. Las cepas aviares comprenden al menos seis serotipos que se relacionan con las especies de aves de las que se aíslan normalmente. La clamidiosis que se presenta naturalmente en las especies de mamíferos y que no se contrae de las aves, está causada por cepas del organismo claramente diferentes.
Dependiendo del serotipo de clamidia y del ave hospedadora, las clamidias causan pericarditis, conjuntivitis, sinusitis, inflamación de los sacos aéreos, neumonía, adenitis nasal lateral, peritonitis, hepatitis e inflamación del bazo. Las infecciones generalizadas cursan con fiebre, anorexia, letargo, diarrea y, ocasionalmente un shock mortal. Las cepas aviares de clamidias pueden causar graves enfermedades en humanos y ocasionalmente la muerte, por lo que su manejo en el laboratorio debe hacerse con especial cuidado. En los patos y pavos la enfermedad es particularmente preocupante puesto que su transmisión a humanos es corriente durante el manejo y el sacrificio de estas aves.
El único medio actual de control son los antibióticos. Chlamidophila psittaci es sensible a varios antibióticos: el elegido varía de un país a otro. La clorotetraciclina, deoxiciclina, y otras tetraciclinas son las más utilizadas. Los antibióticos del tipo de las fluoroquinolonas también han demostrado su actividad. El tratamiento debe mantenerse durante largos períodos de tiempo.
En Andalucía es obligatorio tratar durante 45 días las psitacidas antes de su venta.
Se transmite por vía respiratoria, por inhalación del polvo procedente del material fecal, de las plumas, las descamaciones cutáneas y las secreciones nasales. Loros, periquitos, cotorras, cacatúas y guacamayos, entre otras aves psitácidas, son las principales afectadas por esta enfermedad.
Se transmite por vía respiratoria, por inhalación del polvo procedente del material fecal, de las plumas, las descamaciones cutáneas y las secreciones nasales. Loros, periquitos, cotorras, cacatúas y guacamayos, entre otras aves psitácidas, son las principales afectadas por esta enfermedad.
Como en todas las zoonosis, lo más importante es la prevención: es importante realizar una limpieza constante de sus jaulas para evitar que la materia fecal se acumule, se seque y pueda ser transportada por el aire. Además, las leyes actuales exigen que las aves de la familia de los loros, importadas del extranjero, permanezcan en un estado de cuarentena antes de su venta. Si se adquieren este tipo de animales se tiene que exigir los documentos CITES que acreditan que el animal ha sido criado en cautividad.
Criptosporidiosis:
Enfermedad parasitaria producida por protozoos del género Cryptosporidium. Actualmente existen más de 20 especies. Las mascotas con más riesgo de contagiarla son los hurones, en los que no se verán síntomas. También se puede dar en perros, gatos, reptiles y aves.
Para prevenirla, lo mejor es prestar atención, cuando nuestras mascotas salgan a la calle, de que no comen nada del suelo, no hurgan en heces y no beben aguas que pudieran estar contaminadas y, como en todos los casos, llevarlas a sus revisiones periódicas con el veterinario.
En el ser humano la infección se puede producir a partir del consumo de agua o alimentos contaminados con el parásito. Con respecto a un contagio por parte de nuestra mascota, el principal riesgo se da cuando, tras la limpieza del animal, no se procede a desinfectar con lejía el baño que usaremos.
Dermatomicosis: enfermedad fúngica, también denominada tiña, causada por la infección con varias especies de hongos dermatofitos –se alimentan de la queratina de la piel–. Los tres géneros de hongos implicados son Microsporum, Epidermophyton y Trichophyton y pueden infectar a un gran número de especies de mamíferos, incluido el hombre.
Principalmente la padecen conejos y roedores, si bien hay que tener cuidado en gatos y perros.
La transmisión de la enfermedad se realiza por el contacto directo con las lesiones de un individuo (animal o humano) infectado y se manifiesta en forma de lesiones cutáneas redondeadas, generalmente enrojecidas, depiladas, que se descaman y con el borde activo ligeramente elevado. La piel suele estar seca y se descama con facilidad y su síntoma principal es el picor o prurito. La lesión, similar en animales y humanos, no es grave, salvo en animales o personas inmunodeprimidas y que no reciban tratamiento.
Leishmaniosis.
Es una enfermedad parasitaria producida por protozoos del género Leishmania. En España la especie más prevalente es L. infantum.
La transmisión se realiza únicamente a través de la picadura de mosquitos del género Phlebotomus: «De momento, el único vector biológico aceptado para Leishmania son los mosquitos pertenecientes a los géneros Phlebotomus (en el viejo mundo) y Lutzomyia (en América). Sin embargo se ha discutido sobre la transmisión de este protozoo a través de otros artrópodos, como por ejemplo la garrapata marrón del perro (Rhipicephalus sanguineus). Hasta el momento no existe ninguna investigación que demuestre como correcta esta nueva vía».
¿Cómo sabremos si nuestro perro padece de Leishmaniosis? Primordialmente, fijándonos en la falta de pelo alrededor de los ojos, orejas y nariz, en heridas que no curan, especialmente en cabeza y patas y en áreas donde el perro esté en contacto con el suelo al tumbarse o sentarse, además de en el crecimiento exagerado de las uñas.
Al no existir un tratamiento que elimine el parásito, solo podremos administrarle uno que permita suprimir los síntomas y alargar la vida del animal y que será más efectivo si el mal no está muy avanzado. En Andalucía es obligatorio comunicar el padecimiento de la enfermedad y tratar, debe ponerse bajo vigilancia veterinaria y sino es posible el tratamiento el animal es sacrificado.
La Leishmaniosis causa la muerte de la mascota, por lo que lo más aconsejable es la prevención con collares repelentes de insectos y otros artrópodos y/o con lociones antiparasitarias que se extienden por el pelo del animal para evitar la picadura del mosquito. Es muy improbable que una persona sana pueda desarrollar los síntomas de esta enfermedad. Nuestra respuesta defensiva frente a ella es muy intensa y eficaz, siendo capaz de impedir la expresión de los síntomas. En zonas endémicas como España, un alto porcentaje de la población ha tenido contacto con Leishmania alguna vez, siendo el número de casos clínicos casi nulo.
Pero el riesgo de desarrollar la enfermedad aumenta en caso de que la persona sufra alguna inmunodeficiencia grave. La lesión que puede aparecer entonces es una úlcera tórpida cutánea denominada «Leishmaniosis cutánea» que responde muy bien al tratamiento. La especie de Leishmania existente en España (L. infantum) no causa Leishmaniosis visceral (sistémica). No ocurre así en otros países (principalmente del Norte de África y América central y del sur) donde existen otras especies de Leishmania que son mucho más agresivas para el ser humano.
Toxoplasmosis enfermedad producida por un protozoo parásito denominado Toxoplasma gondii.
Este parásito necesita de más de un hospedador para completar su ciclo vital, por lo que los síntomas variarán dependiendo de si el animal infectado es un hospedador definitivo o intermediario.
Si el hospedador es definitivo, lo que sólo ocurre en gatos y otros felinos, el parásito llegará al intestino, donde dará lugar a individuos adultos que, al reproducirse, crearán ooquistes que serán eliminados con las heces y se volverán infectivos. Si el hospedador es intermediario (gran diversidad de animales vertebrados de sangre caliente, entre ellos los humanos) este ingerirá esos ooquistes eliminados al medio natural y, una vez que lleguen al intestino, atravesarán la pared y se dirigirán sobre todo a los músculos, donde se enquistarán.
¿Cómo se ingieren? Los humanos sufren la transmisión del parásito fundamentalmente por vía oral a través de la ingesta de carnes, verduras, agua, huevos, leche, u otros alimentos contaminados por ooquistes o que contienen quistes tisulares. También se pueden infectar por ingesta accidental de ooquistes tras manipular las excreciones de gatos infectados.
Los dueños de gatos deben tener en cuenta que si su mascota nunca sale a la calle y se alimenta únicamente a partir de pienso comercial es prácticamente imposible que esté infectado de toxoplasma. Pero siempre hay que mantener unas medidas higiénico sanitarias básicas (recogida de las heces con guantes o recogedor, limpieza con lejía de forma periódica del cajón de la arena, vacunaciones y desparasitaciones en regla, etc.) en el manejo del animal.
Si bien el hospedador definitivo no tendrá síntomas, si los padecerá el intermediario. Esta dependerá de la localización de los quistes, siendo en muchos casos inaparentes.
Así, el 80% de las infecciones en humanos son asintomáticas, aunque en niños y ancianos puede dar lugar a síntomas genéricos similares a la gripe (dolor de cabeza o muscular, fiebre, etc.)
El mayor problema lo tendrán las mujeres embarazadas. «Si una mujer embarazada no tiene anticuerpos frente a toxoplasma (por infección previa) corre el riesgo de infectarse durante el embarazo. Una infección durante el embarazo puede dar lugar a abortos, malformaciones en el feto o desarrollo de alteraciones oculares en los individuos que nazcan aparentemente sanos».
En gatos el parásito se elimina del intestino mediante la desparasitación periódica, pero en humanos no existe tratamiento y, si hay síntomas, se deberá acudir al médico y seguir sus indicaciones, ya que dependerá de dónde y cómo afecte que se administren unas fórmulas u otras para eliminar los síntomas, nunca la infección.
Este parásito necesita de más de un hospedador para completar su ciclo vital, por lo que los síntomas variarán dependiendo de si el animal infectado es un hospedador definitivo o intermediario.
Si el hospedador es definitivo, lo que sólo ocurre en gatos y otros felinos, el parásito llegará al intestino, donde dará lugar a individuos adultos que, al reproducirse, crearán ooquistes que serán eliminados con las heces y se volverán infectivos. Si el hospedador es intermediario (gran diversidad de animales vertebrados de sangre caliente, entre ellos los humanos) este ingerirá esos ooquistes eliminados al medio natural y, una vez que lleguen al intestino, atravesarán la pared y se dirigirán sobre todo a los músculos, donde se enquistarán.
¿Cómo se ingieren? Los humanos sufren la transmisión del parásito fundamentalmente por vía oral a través de la ingesta de carnes, verduras, agua, huevos, leche, u otros alimentos contaminados por ooquistes o que contienen quistes tisulares. También se pueden infectar por ingesta accidental de ooquistes tras manipular las excreciones de gatos infectados.
Los dueños de gatos deben tener en cuenta que si su mascota nunca sale a la calle y se alimenta únicamente a partir de pienso comercial es prácticamente imposible que esté infectado de toxoplasma. Pero siempre hay que mantener unas medidas higiénico sanitarias básicas (recogida de las heces con guantes o recogedor, limpieza con lejía de forma periódica del cajón de la arena, vacunaciones y desparasitaciones en regla, etc.) en el manejo del animal.
Si bien el hospedador definitivo no tendrá síntomas, si los padecerá el intermediario. Esta dependerá de la localización de los quistes, siendo en muchos casos inaparentes.
Así, el 80% de las infecciones en humanos son asintomáticas, aunque en niños y ancianos puede dar lugar a síntomas genéricos similares a la gripe (dolor de cabeza o muscular, fiebre, etc.)
El mayor problema lo tendrán las mujeres embarazadas. «Si una mujer embarazada no tiene anticuerpos frente a toxoplasma (por infección previa) corre el riesgo de infectarse durante el embarazo. Una infección durante el embarazo puede dar lugar a abortos, malformaciones en el feto o desarrollo de alteraciones oculares en los individuos que nazcan aparentemente sanos».
En gatos el parásito se elimina del intestino mediante la desparasitación periódica, pero en humanos no existe tratamiento y, si hay síntomas, se deberá acudir al médico y seguir sus indicaciones, ya que dependerá de dónde y cómo afecte que se administren unas fórmulas u otras para eliminar los síntomas, nunca la infección.
Salmonelosis: hemos oído hablar mucho de ella, sobre todo en verano, pero apenas sabemos cómo afecta a nuestras mascotas y cómo éstas podrían contagiárnoslas. Pues bien, la Salmonelosis es una enfermedad producida por bacterias del Género Salmonella. Hasta la fecha se han descrito tres especies de esta bacteria y más de 2.500 serotipos, considerándose todos ellos capaces de producir enfermedad en el hombre y los animales.
Todas las especies animales pueden actuar como portador (sin síntomas) y/o sufrir la enfermedad. Si tenemos reptiles y anfibios en casa debemos saber que son portadores habituales de Salmonella en su aparato digestivo, sin que les cause ningún tipo de sintomatología salvo en los casos en que los animales se encuentren inmunodeprimidos. Pero también la pueden sufrir el resto de mascotas.
La infección se transmite por vía fecal-oral, de modo que las personas se pueden infectar por el consumo de agua y alimentos contaminados o por el contacto con los animales o los objetos que use (fómites).
Tracoma
Tracoma es una infección crónica, que afecta fundamentalmente al ojo. Es una de las principales causas de ceguera en países de clima cálido, seco y económicamente deprimidos. Se llama también oftalmía egipcia. El tracoma está producido por la bacteria Clamydia Trachomatis. El contagio es directo, de persona a persona, o a través de objetos personales contaminados, como pañuelos o toallas. Tras los 7 días que dura el periodo de incubación, aparece congestión conjuntival, edema de párpados con tumefacción, dolor, fotofobia y lagrimeo. Posteriormente y a lo largo de varios meses, se forman unos folículos, que van creciendo lentamente en los párpados superiores. Por último, la córnea es invadida por un tejido muy vascularizado llamado “pannus”, que la invade lenta pero progresivamente hasta producir ceguera, pues las zonas invadidas por los pannus cicatrizan y transforman la córnea en un tejido blanco-grisáceo no transparente. La sobreinfección bacteriana complica la evolución y contribuye a la cronificación.
Tricomoniasis
La tricomoniasis es una enfermedad venérea, es decir, que se transmite por contacto sexual. El protozoo Trichomonas Vaginalis es el causante de la tricomoniasis. Se transmite por relación sexual y muy raramente por objetos contaminados. Puede contagiarse el recién nacido en el momento de su paso por el canal del parto. En el hombre puede no dar síntomas, aunque en ocasiones se presenta una inflamación de la uretra de larga evolución. En la mujer se caracteriza por picor, irritación y exudado vaginal maloliente, de color amarillo verdoso. Este mismo tipo de secreción puede darse también en la uretritis del hombre. Cuando la infección se hace crónica, aunque siga presente el germen, los síntomas desaparecen.
Tuberculosis
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa crónica que afecta a múltiples órganos del cuerpo. En la lucha contra la tuberculosis, las campañas masivas de vacunación y el advenimiento de múltiples fármacos antituberculosos, consiguieron reducir la incidencia de esta enfermedad, pero recientemente, con el SIDA, se están presentando nuevos y numerosos casos de tuberculosis. Está producida por el bacilo de Koch o Mycobacterium Tuberculosis. Se transmite a través de gotitas de saliva infectadas y la infección, que empieza en los pulmones, puede afectar a cualquier órgano. Al principio se caracteriza por cansancio, febrícula, tos persistente, pérdida de apetito y de peso, malestar torácico y derrame pleural. A medida que avanza la enfermedad, aparece sudoración nocturna, expectoración purulenta, hemoptisis y disnea. La infección del pulmón va formando poco a poco cavidades o cavernas por destrucción del tejido pulmonar. Para saber si una persona ha estado en contacto con el bacilo tuberculoso, se hace la prueba de Mantoux. Desde los pulmones, la infección, puede pasar a la sangre y a los ganglios linfáticos y producir una diseminación a otros órganos del cuerpo como son los huesos, cerebro, hígado, riñón, bazo, peritoneo etc.
Para más información: www.vigilanciasanitaria.es
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