ABC, 01/09/2011 -
A más de 5.700 metros de altitud y a varios grados bajo cero, un montañero no espera encontrar compañía cuando se retira unos pasos a orinar. La sorpresa que se dio John Messe fue mayúscula cuando se topó en la cima del Kilimanjaro con un perro de pelo corto y más bien pequeño, tumbado sobre una roca, que disfrutaba de unos tenues rayos de sol.
La imagen quedó inmortalizada en el teléfono móvil del montañero, que no salía de su asombro.
La cumbre, el pico Uhuru («Libertad», en swahili), se encuentra entre los 5.730 y los 5.895 metros de altitud, y soporta unas temperaturas de entre menos 4 y menos 15 grados centígrados.
Los científicos no se explican cómo pudo ascender el animal y de qué modo logró sobrevivir con el gélido frío que hace a esas alturas. En opinión del veterinario Wilfred Marealle, es normal que un perro resista condiciones ambientales de frío extremo, pero «es poco común que suba a la cumbre del Kilimanjaro», en el norte de Tanzania.
Marealle sospecha que el animal podría tener la rabia, por lo que advierte a futuros montañeros que avisten al can de que estén alerta.
Un ejecutivo de la empresa que organizó el ascenso aseguró a la revista que hace diez años se avistó otro perro en el campamento de Baranco, a 3.960 metros sobre el nivel del mar. Algunos creen que incluso podría ser el mismo animal, aunque resulta poco probable.
El suceso evoca el libro «Las nieves del Kilimanjaro», de Ernest Hemingway, en el que el autor estadounidense habla del hallazgo del esqueleto seco y helado de un leopardo, y dice que nadie pudo explicarse nunca qué buscaba el felino por aquellas alturas.
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