viernes, 5 de agosto de 2011

MURCIÉLAGOS VAMPIRO

El murciélago vampiro común (Desmodus rotundus), que se alimenta chupando sangre, tiene en la cara unos sensores térmicos, de infrarrojo, con los que encuentra los vasos próximos a la piel de sus víctimas. Pueden detectar la fuente de calor a una distancia de hasta unos 20 centímetros y debe alimentarse de sangre diariamente o cada dos días como mucho. La capacidad de encontrar los puntos calientes en el cuerpo de los animales mediante fibras nerviosas ubicadas en la cara se conoce sólo en otras tres especies de vertebrados, las tres serpientes (algunas boas, serpientes pitón y un tipo de víbora) que utilizan también sensores de infrarrojo. Científicos de Estados Unidos y de Venezuela han desvelado el mecanismo molecular subyacente de esta capacidad de los Desmodus rotundus, y concluyen que es específica de estos vampiros.

Elena O. Gracheva (Universidad de California en San Francisco) y sus colegas explican en la revista Nature que los murciélagos vampiro utilizan como sensor de radiación un canal iónico específico que en otros mamíferos actúa como un detector de calor excesivo (más de 43 grados centígrados) que puede ser nocivo. En los Desmodus rotundus, sin embargo, se ha reducido el umbral de temperatura a unos 30 grados debido a determinadas alteraciones en la transcripción del gen implicado Trpv1; estas modificaciones se expresan exclusivamente en los nervios faciales específicos, explica en Nature el especialista Brock Fenton. Recuerda, sin embargo, que estos murciélagos chupan en sus víctimas muy poca cantidad de sangre (el equivalente a un par de cucharaditas), por lo que su mordedura, a diferencia de las de la víbora de fosa, no es fatal. Los dientes afilados y los sensores térmicos alrededor de la nariz para encontrar las venas ayudan a estos murciélagos en su peculiar forma de alimentarse.

El equipo de Gracheva, en un trabajo anterior, había demostrado que en el caso de las serpientes es otro canal iónico diferente, el TRPA1, el que genera los detectores térmicos y no el TRPV1 implicado en el misma función en el caso de vampiros.

El hallazgo de estos científicos, "junto con otros recientes descubrimientos, enriquecen nuestro conocimientos del mundo sensitivo de los murciélagos", como por ejemplo, "un trabajo que sugiere que las membranas de las alas de los murciélagos son tan sensibles al tacto como las puntas de nuestros dedos y se sabe que los receptores táctiles asociados con los pelos sensoriales de las alas de estos animales controlan la velocidad y el flujo de aire durante el vuelo", recuerda
Fenton (Western Ontario University, Canadá). 


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